PERSONALIDAD GEOGRÁFICA DE ASTUDILLO
Luís
Alfonso Hortelano Mínguez
Departamento
de Geografía
Universidad
de Salamanca
El término municipal de Astudillo engloba en sus 122,95
km2 unos singulares rasgos geográficos que, junto a la actividad de
los astudillanos a lo largo de la historia, ha conformado una rica y valiosa
herencia que se percibe en el patrimonio territorial digno de transmitir de
generación en generación y de divulgar. La primera característica del municipio
está marcada por su localización en una zona de transición entre los páramos calizos
cerrateños meridionales y la campiña arcillosa terracampina septentrional. La
amplia mesa calcárea del Monte de Astudillo y de Torquemada está desgajada del
Cerrato por la rotura fluvial del Pisuerga y del Carrión, que a través de una
pronunciada cuesta y una sucesión de pequeños oteros y cerros da paso a las feraces tierras de ˝pan
llevar˝ de la
comarca de Campos. La erosión de los materiales que recubren el páramo, por la
incisión de los numerosos arroyos que nacen y descienden desde el alto, abre
estrechos valles y vallejones. El cauce del Pisuerga a su paso por el borde
este del municipio deja en ambas márgenes una fértil vega mollar y un sombrío
soto en la proximidad de la ribera.
Estos contrastes en el relieve se traducen en unas
desiguales altitudes que oscilan entre el Pico
de Pau (903 m), en el Páramo de Alcubilla, y El Sotillo a orillas del Pisuerga que transcurre a 760 m. El
segundo aspecto a reseñar, determinado por el sustrato geológico, las
condiciones climatológicas y la acción antrópica, es el tapiz vegetal que aparece
en el páramo, la cuesta y la vega. La cubierta vegetal en lo alto del páramo
está constituida por el monte mediterráneo, dominado por ejemplares de encinas,
quejigos y robles de la familia de las quercíneas y una amplia variedad de
especies de matorral adaptados a las duras exigencias de escasas precipitaciones
y de oscilación térmica, que ha sido intervenido y aclarado para diferentes
usos (carboneo, madera, pasto para el ganado lanar, etc.) pasando su fisonomía
de monte ciego o moheda a monte abierto o dehesa. Por su parte, entre el cantil
del páramo y el arranque de la campiña aparece una veste vegetal compuesta por
plantas aromáticas que en ocasiones han sido sustituidas por pinares de
repoblación con el objetivo de estabilizar la pendiente y detener la erosión de
las capas de margas y de yesos. Finalmente, en el fondo de la vega deforestada
por los cuidados agrarios tan sólo
mantiene algo de diversidad gracias a los
frutales y a las plantas herbáceas de las lindes de las parcelas y al conjunto
de choperas y árboles de ribera del Pisuerga.
Esta ocupación del territorio se completa con un
emplazamiento inteligente del caserío próximo a la base del páramo con el fin
de asegurar protección y la máxima disponibilidad de terrazgo. Un casar
compacto y adaptado al medio, estructurado por plazas y calles, donde destacan
los edificios civiles y religiosos y que respondía a las exigencias de una
economía de subsistencia que obligaba asimismo a disponer de otras
construcciones auxiliares bien pegadas a las viviendas bien dispersas por el
territorio; por ejemplo, hornos, yeseras, cuevas, bodegas, molinos, palomares, chozos,
corrales o tenadas. Una sociedad con múltiples complementariedades y
cohesionada que tenía en sus tradiciones y costumbres, como honrar a la
Santa Cruz , sus señas de identidad y un
referente de arraigo que, a pesar del éxodo de parte de los habitantes en las
décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, los astudillanos han sabido
mantener vivas. Transmitir este legado y enseñar de forma didáctica a los niños
la personalidad geográfica de su pueblo garantiza el futuro y que el paso del
tiempo no desdibuje la memoria colectiva heredada.
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